martes, 4 de octubre de 2011

Atmosferas: Ejercicio 1.1 Texto

LA INDEPENDENCIA

Hace unos años cuando llegó aquí, a Julia solo le movía el sentimiento de la emoción por la nueva libertad, ese nuevo mundo tan abierto que la esperaba y a la vez en el que luego podría encontrarse tan encerrada.
Ella buscaba la transformación, viajar en el tiempo hacia delante, crecer. Era la nueva vida en solitario, sin ataduras ni muros. En una nueva ciudad y compartida con más gente en su misma situación en un nuevo espacio para vivir. No sabía cómo sería ese lugar que le esperaba, ni como podría acostumbrarse, empezaba a formar parte de la comunidad de un colegio mayor.
Llego su primer día, la entrada, el principio de otro estilo de vida diferente al que conocía. Cuando le dieron las llaves de su habitación para dirigirse a ella, y entro en ese espacio tan amplio que había que compartir con todas las personas que iba a conocer. Las que se convertirían en su familia, una familia con muchos miembros. Sintió esa sensación de comodidad, de protección, allí todos cuidarían de todos, serian padres, hijos, hermanos y amigos. Para llegar a los pasillos donde estaban las habitaciones siempre había que pasar por la "comunidad", ese espacio con el que se había encontrado Julia y que empezaba a atravesar. Organizaba el resto del colegio en sus partes, era una gran sala diáfana llena de luz natural y transparente, en la que podías compartir todo aquello que quisieses con el resto de habitantes del colegio desde risas hasta enfados. A partir de ese primer día a Julia el pasar por una de esas salas en plena mañana con luz, a la caída del sol o por la noche cuando se iluminaba la calle, era una inyección de ganas de hacer cosas, no sabía porque ese espacio tan abierto y ligero le transmitía esas ganas de comerse el mundo. Siguió atravesando esa sala que le llevaba directamente al principio de un pasillo cerrado, sin luz natural, totalmente a la penumbra, estaba flanqueado por puertas a sus dos lados, que diferencia con la sala anterior, hacia frio y al entrar si ibas solo a veces te sentías hasta perseguido, angustiaba. Julia solía pensar que algo le perseguía en esos pasillos. Por fin llego al último pasillo donde estaba su habitación, allí le esperaba para recibirla, Matías, eran amigos desde hacía tiempo, habían ido juntos al instituto pero ahora iban a convivir.
Los primeros meses fueron una explosión de buenos momentos, risa, curiosidad, amistad, juegos, soñar... Julia pasaba la mayor parte del tiempo de habitación en habitación, teniendo largas conversaciones, aprendiendo de los demás, conociendo a quienes formarían parte de su vida en el colegio. Con quien más tiempo pasaba era con Matías, tardes y tardes en sus habitaciones, tardes de dejar la mente volar, de cantar y reír, de imaginar mundos paralelos, ella así era feliz. Así conoció a también a Rosa, Laura y Diana, ellas serian junto con Matías su mayor apoyo de entre el resto del grupo que habían formado. Julia se sentía libre, la vida en el colegio era pura libertad. Los ratos que pasaba sola en la habitación eran iguales o mejores que los que pasaba con sus compañeros. Su habitación era la soledad que a veces buscaba y que le recodaba a su antigua vida, era también un trampolín de pensamientos e ideas que le revoloteaban en la cabeza y le ayudaban a relajarse, a ser ella. Su música, las mil películas que le quedaban por ver, y todos esos libros de diseño que había ido comprando. Julia estudiaba diseño industrial, le encantaba la idea de imaginar objetos, de pensar en la función de cada cosa que le rodeaba y como lo podía cambiar a su antojo.
Con el paso de los meses, las cosas cambiaron. La euforia del principio y máxima felicidad se habían convertido en el agobio por los trabajos y exámenes de la carrera y la añoranza de algunas cosas que había dejado atrás en su antigua vida. Ya no sabía si lo que quería era estudiar eso, si la ilusión podía con la presión. La sala de trabajo del colegio se le venía encima cada vez que tenía que entrar para hacer un trabajo o estudiar, cada día que se agobiaba más, era como un si una maraña de hilos le cerrase. Ya no podía pasar tanto tiempo con sus amigos. Había descubierto la otra parte de la independencia y la libertad: la responsabilidad. Le faltaba el tiempo y además comenzaba a ser consciente del dinero y de los gastos, lo q suponía controlar tu vida sola, el tiempo, los gastos, los estudios... tenía que ser mayor para todo. Todo empeoró cuando Diana, a quien ella consideraba de su familia en el colegio empezó a engañarla para dejarla aún más de lado y separarla de los demás. Julia odiaba las mentiras, ahora su habitación parecía más pequeña, le hacía sentirse sola. Fue a ver a Diana a su habitación, llena de angustia, discutir le producía la misma sensación que sus agobios con los trabajos, los nudos. La habitación de Diana parecía otra ahora se estrechaba y le cerraba, como le hacía sentir la sala de trabajo. Después de varios días de discutir y sentirse sola, Diana le pidió a Julia que volviesen a ser como antes, que se olvidasen de esa discusión, se había equivocado.
Ese fue el primer paso de la primavera, todo parecía relacionado, volvía la luz y Rosa, Laura, Matías y Diana volvían a cuidar de ella. Estaba aprendiendo a controlar su tiempo, su felicidad y el trabajo. Todo se podía disfrutar no tenía que encerrarse. Ya podía volver a entrar en las habitaciones de soñar, e imaginar con sus compañeros. Julia había sobrevivido a su primer año de independencia.

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